martes, 27 de mayo de 2008

lunes, 26 de mayo de 2008

Parabolas


EL VIEJO ABUELO Y EL NIETO
Érase una vez un hombre muy anciano al que los ojos se le habían vuelto turbios, sordos los oídos y las rodillas le temblaban.
Cuando estaba sentado a la mesa y ya casi no podía sostener la cuchara, derramaba algo de sopa sobre el mantel y otro poco de sopa le volvía a salir también de la boca.
Su hijo y la esposa de su hijo sentían asco de ello y en consecuencia, el viejo abuelo hubo de sentarse, finalmente, en la esquina detrás de la estufa. Le daban la comida en un cuenco de barro, y ésta ni siquiera era suficiente para saciarle.
Cierto día, sus manos temblorosas no pudieron sujetar el cuenco y éste cayó al suelo y se rompió. La mujer joven le regañó, mas él no dijo nada y se limitó a suspirar.
Entonces ella le compró por pocas monedas una vasija de madera, de la que él habría de comer en adelante. Cuando de esta forma están sentados el nieto pequeño, de cuatro años, comienza a acarrear tablitas y a dejarlas en el suelo.
- «¿Qué es lo que estás haciendo?»> le preguntó el padre.
- «Voy a hacer un comedero» -respondió el niño- «para que coman de él papá y mamá cuando yo sea grande».
Entonces el padre y la madre se miraron un rato de hito en hito, comenzaron finalmente a llorar y se apresuraron a traer al viejo abuelo a la mesa.
Desde entonces le dejaron comer siempre junto a ellos y tampoco dijeron nada si alguna vez derramaba un poco de sopa.


UNA REACCIÓN CON BUEN TEMPLE

Desde lo alto de un cocotero, un mono arrojó un coco sobre la cabeza de un sufí.
El hombre lo recogió, bebió el dulce jugo, comió la pulpa y se hizo una escudilla con la cáscara.
Gracias por criticarme.


LA MANTA

Un padre casó a su hijo y le donó toda su fortuna. Se quedó a vivir el padre con los recién casados, y así pasaron dos años, al cabo de los cuales nació un hijo al matrimonio.
Fueron luego sucediéndose los años, uno tras otro, hasta catorce. El abuelo, valetudinario ya, no podía andar sino apoyado en su bastón, y se sentía sucumbir bajo la aversión de su nuera, la cual era orgullosa y Ana, y decía continuamente a su marido:
—Yo me voy a morir pronto si tu padre continúa viviendo con nosotros. Me es imposible sufrir ya por más tiempo.
El marido se fue a encontrar a su padre y le habló de esta manera:
—Padre, salid de mi casa. Ya os he mantenido por espacio de doce años o más. Idos a donde queráis.
—Hijo, no me eches de tu casa. Soy viejo, estoy enfermo y nadie me querrá. Por el tiempo que me queda de vida no me hagas esta afrenta. Me contento con un poco de paja y un rincón en el establo.
—No es posible, idos. Mi mujer lo quiere.
- !Que Dios te bendiga, hijo mío! Me voy, ya que así lo deseas; pero al menos dame una manta para abrigarme, pues estoy muerto de frío.
El marido llamó a su hijo, que era todavía un niño.
—Baja al establo —le dijo— y dale a tu abuelo una manta de los caballos para que tenga con qué abrigarse.
El niño bajó al establo con su abuelo; escogió la mejor manta de los caballos, la más holgada y menos vieja, la dobló por la mitad, y, haciendo que su abuelo sostuviera uno de los extremos, comenzó a cortarla sin hacer caso a lo que el anciano, tristemente, le decía:
—¿Qué has hecho, niño? —exclamó el abuelo—. Tu padre ha mandado que me la dieses entera. Voy a quejarme a él.
—Obrad como gustéis —contestó el muchacho.
El viejo salió del establo y, buscando a su hijo, le dijo:
—Mi nieto no ha cumplido tu orden: no me ha dado más que la mitad de una manta.
Dásela por entero —le dijo el padre al muchacho.
—No, por cierto —contestó el rapaz—. La otra mitad la guardo para dárosla a vos cuando yo sea mayor y os arree de mi casa.
El padre, al oír esto, llamó al abuelo, que ya se marchaba
—!Volved, volved, padre mío! —le dijo -. Os hago dueño y señor de mi casa, lo prometo por san Pedro. No comeré un pedazo de carne sin que vos hayáis comido otro. Tendrá un buen aposento, un buen fuego, vestidos como los que llevo...
Y el buen anciano lloró sobre la cabeza del hijo arrepentido.



LA COSECHA

Las ramas de los árboles que bordeaban el camino se doblaban doloridas, ante el peso de tanta flor. De lejos, llegaban flotando en el cálido aire primaveral las notas alegres de una flauta. Toda la gente se había ido a los bosques, a celebrar la fiesta de las flores. En lo alto del cielo, la luna llena observaba las sombras del pueblo silencioso.
El joven asceta paseaba por la calle solitaria, mientras sobre él los cuclillos enamorados lanzaban desde las ramas del mango su queja desvelada. Upagupta atravesó las puertas de la ciudad y se detuvo en la base del torreón. ¿Quién era aquella mujer tendida al pie de la muralla? Abatida por la peste negra, el cuerpo cubierto de llagas, había sido arrojada de la ciudad.
El asceta se sentó a su lado, apoyó la cabeza, humedeció con agua sus labios y untó de bálsamo su cuerpo hinchado.
—¿Quién eres, que así te compadeces? —preguntó la mujer.
—Ha llegado la hora en que debía visitarte, y aquí me tienes a tu lado —contestó el joven asceta.

EL SOL Y LA NUBE

El Sol viajaba por el cielo, alegre y glorioso. En su carro de fuego, despedía sus rayos en todas direcciones.
En las viñas, cada racimo de uva que maduraba robaba un rayo por minuto, incluso dos. Y no había hierba, araña, flor o gota de agua que no tomase parte.
Una nube de tempestuoso humor murmuraba:
—Deja, deja que todos te roben: verás de qué manera te lo agradecerán cuando ya no te quede nada que puedan robarte.
El Sol seguía alegremente su viaje, regalando rayos a millones, a billones, sin contarlos.
Sólo en su ocaso contó los rayos que le quedaban, y, mira por dónde, no le faltaba ninguno. La nube, sorprendida, se deshizo en granizo.
El Sol se tiró alegremente en el mar.



ESTOY AHÍ FUERA

Érase una vez una mujer muy devota y llena de amor de Dios. Solía ir a la iglesia todas las mañanas, y por el camino solían acosarla los niños y los mendigos, pero ella iba tan absorta en sus devociones que ni siquiera los veía.
Un buen día, tras haber recorrido el camino acostumbrado, llegó a la iglesia en el preciso momento en que iba a empezar el culto. Empujó la puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a empujar, esta vez con más fuerza, y comprobó que la puerta estaba cerrada con llave.
Afligida por no haber podido asistir al culto por primera vez en muchos años, y no sabiendo qué hacer, miró hacia arriba.., y justamente allí, frente a sus ojos, vio una nota clavada en la puerta con una chincheta.
La nota decía: «Estoy ahí fuera».
SACOS DE AMOR

Dos hermanos, el uno soltero y el otro casado, poseían una granja cuyo fértil suelo producía abundante grano, que los dos hermanos se repartían a partes iguales.
Al principio todo iba perfectamente. Pero llegó un momento en que el hermano casado empezó a despertarse sobresaltado todas las noches, pensando: «No es justo. Mi hermano no está casado y se lleva la mitad de la cosecha; pero yo tengo mujer y cinco hijos, de modo que en mi ancianidad tendré todo cuanto necesite. ¿Quién cuidará de mi pobre hermano cuando sea viejo? Necesita ahorrar para el futuro mucho más de lo que actualmente ahorra, porque su necesidad es, evidentemente, mayor que la mía».
Entonces se levantaba de la cama, acudía sigilosamente adonde su hermano y vertía en el granero de éste un saco de grano.
También el hermano soltero comenzó a despertarse por las noches y a decirse a sí mismo: «Esto es una injusticia. Mi hermano tiene mujer y cinco hijos y se lleva la mitad de la cosecha. Pero yo no tengo que mantener a nadie más que a mí mismo. ¿Es justo, acaso, que mi pobre hermano, cuya necesidad es mayor que la mía, reciba lo mismo que yo?».
Entonces se levantaba de la cama y llevaba un saco de grano al granero de su hermano.
Un día, se levantaron de la cama al mismo tiempo y tropezaron uno con otro, cada cual con un saco de grano a la espalda.
Muchos años más tarde, cuando ya habían muerto los dos, el hecho se divulgó. Y cuando los ciudadanos decidieron erigir un templo, escogieron para ello el lugar en el que ambos hermanos se habían encontrado, porque no creían que hubiera en toda la ciudad un lugar más santo que aquél.

ESO SÍ QUE ES ENTUSIASMO

Un animoso joven que acababa de obtener su diploma de fontanero fue a ver las cataratas del Niágara. Y, tras examinar el lugar durante un minuto, dijo: «Creo que podré arreglarlo».
EL MONJE AVARO

Gessen era un monje budista dotado de un excepcional talento artístico. Sin embargo, antes de comenzar a pintar un cuadro, fijaba siempre el precio por adelantado. Y sus honorarios eran tan exorbitantes que se le conocía con el sobrenombre de «el monje avaro».
En cierta ocasión, una geisha envió a buscarle para que le hiciera un cuadro. Gessen le dijo:
- «¿Cuánto vas a pagarme?» Como la muchacha tenía por entonces un cliente muy rico, le respondió:
- «Lo que me pidas. Pero tienes que hacer el cuadro ahora mismo, delante de mi».
Gessen se puso a trabajar de inmediato y, cuando el cuadro estuvo acabado, pidió por él la suma más elevada que jamás había pedido. Cuando la geisha estaba dándole su dinero, le dijo a su cliente:
- «Se dice que este hombre es un monje, pero sólo piensa en el dinero. Su talento es extraordinario, pero tiene un espíritu asquerosamente codicioso. ¿Cómo puede una exhibir un cuadro de un puerco como éste? ¡Su trabajo no vale más que mi ropa interior!»
Y, dicho esto, le arrojó unas enaguas y le dijo que pintara en ellas un cuadro. Gessen, como de costumbre, preguntó:
- «¿Cuánto vas a pagarme?»
- «¡Ah!», respondió la muchacha, «lo que me pidas»
Gessen fijó el precio, pintó el cuadro, se guardó sin reparos el dinero en el bolsillo y se fue.
Muchos años más tarde, por pura casualidad, alguien averiguó la razón de la codicia de Gessen.Resulta que la provincia donde él vivía solía verse devastada por el hambre y, como los ricos no hacían nada por ayudar a los pobres, Gessen había construido en secreto unos graneros y los tenía llenos de grano para tales emergencias. Nadie sabía de dónde procedía el grano ni quién era el benefactor de la provincia.
Además, la carretera que unía la aldea de Gessen con la ciudad, a muchos kilómetros de distancia, estaba en tan malas condiciones que ni siquiera las carretas de bueyes podían pasar, lo cual era un enorme perjuicio para las personas mayores y para los enfermos cuando tenían que ir a la ciudad. De modo que Gessen había reparado la carretera.
Y había una tercera razón: el maestro de Gessen siempre había deseado construir un templo para la meditación, pero nunca había podido hacerlo. Fue Gessen quien construyó dicho templo, en señal de agradecimiento a su venerado maestro.
Una vez que «el monje avaro» hubo construido los graneros, la carretera y el templo, se deshizo de sus pinturas y pinceles, se retiró a las montañas para dedicarse a la vida contemplativa y jamás volvió a pintar un cuadro.

LA SANGRE Y LA VIDA

Una niña estaba muriendo de una enfermedad de la que su hermano, de dieciocho años, había logrado recuperarse tiempo atrás.
El médico dijo al muchacho: «Sólo una transfusión de tu sangre puede salvar la vida de tu hermana. ¿Estás dispuesto a dársela?»
Los ojos del muchacho reflejaron verdadero pavor. Dudó por unos instantes, y finalmente dijo:
- «De acuerdo, doctor: lo haré».
Una hora después de realizada la transfusión, el muchacho preguntó indeciso:
- «Dígame, doctor, ¿cuándo voy a morir?»
Sólo entonces comprendió el doctor el momentáneo pavor que había detectado en los ojos del muchacho: creía que, al dar su sangre, iba también a dar la vida por su hermana.
EL POBRE JEREMÍAS

Jeremías estaba enamorado de una mujer altísima, y todas las noches, al regresar del trabajo a su casa, suspiraba por poder besarla, pero era demasiado tímido para pedírselo.
Una noche, sin embargo, se armó de valor y le dijo:
- «¿Querrías darme un beso?» Ella mostró su conformidad; pero, como Jeremías era extraordinariamente bajo de estatura, se pusieron a buscar algo sobre lo que pudiera subirse. Al fin, encontraron en una herrería abandonada un yunque sobre el que Jeremías alcanzó la altura deseada.
Tras caminar durante cerca de un kilómetro, Jeremías le dijo a la mujer:
- <<¿Podrías darme otro beso, querida?» - «No», respondió la mujer. «Ya te he dado uno, y es suficiente por hoy». Y Jeremías dijo: - «Entonces, ¿por qué no me has impedido cargar con este maldito yunque?»

domingo, 18 de mayo de 2008

la iglesia


hola!!
La Iglesia Católica es la institución en que se organiza la comunidad de los cristianos creyentes en el catolicismo. Se trata de la organización no estatal más antigua del mundo. Supone aproximadamente el 55% del total de los cristianos.[cita requerida]

En ocasiones es aludida como Iglesia Católica Apostólica Romana o como Iglesia Católica Romana; algunos que hacen esto sostienen que las iglesias de la Comunión Anglicana y las Iglesias Ortodoxas también son católicas (tanto en sentido etimológico como en todo el contenido del término) y que la única diferencia es no estar bajo la autoridad del Papa, o bien se trata de personas procedentes de países en los que el habla ha adoptado esta expresión debido al uso intenso por parte de comunidades relevantes de anglicanos y otros protestantes y de ortodoxos. Sin embargo, existen Iglesias en plena comunión con el obispo de Roma que, al tener tradiciones litúrgicas distintas, no añaden el término "Romana". Por lo tanto, para englobar a la Iglesia Católica Romana y a las Iglesias orientales católicas, se usará el término más general Iglesia Católica, tal como está en el título del artículo.

En los países en los que el culto católico es mayoritario, a la Iglesia Católica se le conoce normalmente con el término la Iglesia, término que en países como Suecia o Grecia, se aplicaría a la iglesia nacional luterana u ortodoxa respectivamente.

lunes, 12 de mayo de 2008

Virgen del Rocio


Historia [editar]
Las crónicas históricas cuentan que el rey
Alfonso X el sabio, allá por el año 1270 mandó erigir una ermita consagrada a la Virgen en el lugar llamado de Las Rocinas, que había sido reconquistado a los árabes. Las mismas crónicas relatan cómo en esos mismos lugares, el rey creó un coto de caza, atraído por la belleza del lugar y la cantidad de ciervos existente. Este coto se conoce hoy como Coto de Doñana.

Origen del Rocío [editar]
Almonte, estuvo poblada desde épocas muy remotas cuyos vestigios son frecuentes desde el paleolítico a la prehistoria, Almonte pertenece a la cora de labla (Taifa de Niebla) (Huelva) con el nombre de Alyabal (Almonte).
La conquista de
Niebla tiene lugar en 1262 por Alfonso X el sabio, hijo del rey Fernando III El santo. Alfonso X, repobló todas las tierras de la jurisdicción de niebla la cual pertenecía Almonte, con su actual termino municipal de hoy. En 1280, la primera fase de la repoblación era ya un hecho esta primera repoblación afectaba a la parte occidental, es decir donde se encontraba Almonte y la Rocina ya que la parte oriental tardaría algún tiempo en repoblarse.
Alfonso el Sabio, aficionado a la caza también tenía la piadosa costumbre de levantar santuarios a la Virgen María en las tierras que conquistaba. La rocina, en aquel lugar rodeado de malezas y de acebuchales, en ese gran paraje de hermosas vistas en las orillas de la marisma, el rey Alfonso mandó construir una pequeña ermita, donde colocó a Ntra. Sra. del Rocío, donde a permanecido en el mismo lugar durante 700 años, se puede deducir que la ermita fue construida entre los años 1270 y 1275.
No cabe la menor duda que tan primitiva ermita fuera de un sencillo mudéjar, estilo que venia imponiéndose en la comarca limítrofe al lugar del Rocío. En la rocina, el monarca descubre un paraíso donde practicar su deporte favorito, todo aquel bosque se denominaba las rocinas, cuyos limites imprecisos no solo albergaba la zona por donde transcurre el arroyo de su nombre, si no su extensión limites aproximados eran al norte bajando hacia el oeste la canariega, monteruelos, el pájaro y el tendedero de la higuerita, al sur la punta de malandar y al oeste la desembocadura del Guadalquivir hasta el año de braines, territorios éstos, qué después pasaran a la casa de Medina-Sidonia.

Primera ermita del Rocío (1270 - 1755) [editar]
Aquella ermita de diez varas de largo y del estilo mudéjar andaluz sus muros de tapial, las jambas y roscas de los arcos, de ladrillo a la morisca, con grueso tendel ;la cubierta toda de madera, allí tan abundante de par y nudillo, decorada de laceria mudéjar ;la cobija de teja morisca, la portada con arco con herradura apuntado y sobre ella la espadaña con arco de herradura para su campana . En su interior, humilde y sencillo, es grato y placentero, sobre el piso ladrillado se eleva con tres escalones de bordillos vidriado de verde, el presbiterio y en su plano se alza el altar de reducidas proporciones, quizás cubierto de antipindeo tejido, de vivos colores, quizás revestido de alicatado de alfardones morisco blanco y verdes .
Aquella primera ermita duro hasta el terremoto de Lisboa, en 1755, que la dejo en ruina, la virgen del Rocío fue llevada a Almonte y estuvo allí durante dos años seguidos, celebrándose allí la Romería del Rocío en el pueblo Almonteño, la reforma de la ermita acabaron en el año 1758.

Leyenda [editar]
El Rocío, cuya historia se encuentra hoy documentada en sus aspectos más importantes, ha estado envuelta en una leyenda, como ocurre con otras muchas advocaciones, que viene recogida en la Reglas de la Hermandad Matriz de 1758:
«Entrado el siglo XV de la Encarnación del Verbo Eterno, un hombre que, o apacentaba ganado o había salido a cazar, hallándose en el término de la Villa de Almonte, en el sitio llamado de La Rocina (cuyas incultas malezas le hacían impracticables a humanas plantas y sólo accesible a las aves y silvestres fieras), advirtió en la vehemencia del ladrido de los perros, que se ocultaba en aquella selva alguna cosa que les movía a aquellas expresiones de su natural instinto. Penetró aunque a costa de no pocos trabajos, y, en medio de las espinas, halló la imagen de aquel sagrado lirio intacto de las espinas del pecado, vio entre las zarzas el simulacro de aquella Zarza Mística ilesa en medio de los ardores del original delito; miró una Imagen de la Reina de los Ángeles de estatura natural, colocada sobre el tronco de un árbol. Era de talla y su belleza peregrina. Vestíase de una túnica de lino entre blanco y verde, y era su portentosa hermosura atractivo aún para la imaginación más libertina.
Hallazgo tan precioso como no esperado, llenó al hombre de un gozo sobre toda ponderación, y, queriendo hacer a todos patente tanta dicha, a costa de sus afanes, desmontado parte de aquel cerrado bosque, sacó en sus hombros la soberana imagen a campo descubierto. Pero como fuese su intención colocar en la villa de Almonte, distante tres leguas de aquel sitio, el bello simulacro, siguiendo en sus intentos piadosos, se quedó dormido a esfuerzo de su cansancio y su fatiga. Despertó y se halló sin la sagrada imagen, penetrado de dolor, volvió al sitio donde la vio primero, y allí la encontró como antes. Vino a Almonte y refirió todo lo sucedido con la cual noticia salieron el clero y el cabildo de esta villa y hallaron la santa imagen en el lugar y modo que el hombre les había referido, notando ilesa su belleza, no obstante el largo tiempo que había estado expuesta a la inclemencia de los tiempos, lluvias, rayos de sol y tempestades.
Poseídos de la devoción y el respeto, la sacaron entre las malezas y la pusieron en la iglesia mayor de dicha villa, entre tanto que en aquella selva se le labraba templo. Hízose, en efecto, una pequeña ermita de diez varas de largo, y se construyó el altar para colocar la imagen, de tal modo que el tronco en que fue hallada le sirviese de peana. Aforándose aquel sitio con el nombre de la Virgen de Las Rocinas».


Hoy la historia sitúa los orígenes del Rocío dos siglos antes y todo indica que fue el mariano monarca Alfonso X el Sabio quien pudiera haber erigido aquella primera ermita, tras su conquista de Niebla en 1262, mandando colocar allí la bella imagen de la Virgen.


Camino [editar]
En la actualidad son más del centenar las afiliadas a la hermandad matriz de Almonte. Principalmente son de localidades de las provincias de
Cádiz, Sevilla y Huelva, aunque hay presencia de todos puntos de España, como Madrid, Málaga, Valencia y Ceuta. Muchos otros devotos españoles y extranjeros acuden en peregrinación por su cuenta, o se unen a alguna de estas hermandades para hacer el camino.
El llamado camino, es el que cada hermandad necesita hacer desde su punto de partida hasta la ermita del Rocío, para confluir allí todas, a fin de rendir pleitesía a la Virgen.
Para hacer llevadero el camino, los peregrinos preparan carretas especialmente adaptadas, en las que recorren el mismo, detrás del
Simpecao, símbolo éste que todas las congregaciones durante el camino portan en una carreta tirada por bueyes, que representa tanto a la hermandad como su devoción por la Virgen.
Son especialmente emotivas las paradas nocturnas en distintas ubicaciones del camino, y la [Salve] que cada noche se reza al simpecado antes de retirarse los peregrinos a descansar para continuar la marcha al día siguiente.

lunes, 5 de mayo de 2008

La virgen que yo mas quiero


hola!!

ya mismo es el día de María auxiliadora y voy a hablar un poco de ella:


María Auxiliadora (24 de Mayo)


En el siglo XIX sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón, llevado por la ambición y el orgullo, se atrevió a encarcelar al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica".

Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a acabar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.
Podría seguir hablando de ella pero nunca terminaríamos.

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